sábado, 4 de julio de 2009

Celos, malditos celos

Eltiempo.com/archivo
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-3739830


En el país cada día son reportados 24 casos de agresión por celos y cada cinco días ocurre una muerte por el mismo motivo.

Los vecinos del barrio Cerro Azul de Dosquebradas, Risaralda, nunca olvidarán la noche del viernes 21 de septiembre cuando Belman de Jesús Hernández, de 44 años, sacó una pistola calibre 7,65 y asesinó a su esposa. Llevaban casados 12 años y tenían dos hijos. De nada sirvieron las súplicas de ella ni los intentos para calmarlo. Cegado por los celos, Hernández le disparó y luego se suicidó.

Un mes antes, el 21 de agosto, los médicos de Arauca, un corregimiento de Palestina, Caldas, recibieron a las 8:00 p.m. el cuerpo sin vida de una joven de 17 años, identificada como Claudia. Tenía una herida profunda en el cuello. Una compañera de estudios del Instituto Alfonso de los Ríos le había clavado un cuchillo una hora antes en medio de una acalorada discusión en una taberna, según algunos testigos, por causa de un muchacho que coqueteaba con las dos.

El 13 de agosto, una historia similar había conmocionado Armenia: Angélica Fheo, una periodista de 33 años con ocho meses de embarazo, había sido asesinada por su ex esposo. Aunque ella lo había denunciado ante una comisaría de familia y había logrado una caución para impedir que se le acercara, su ex marido logró entrar en su casa y en la mañana de ese lunes 13 le disparó tres veces.

Cinco días antes, en el barrio La Independencia de Ibagué, Jhon Edwin Castro asesinó de 16 puñaladas a su compañera sentimental Yeni Milena en presencia de sus dos pequeños hijos. "Fue demencial, nunca había visto algo igual", aseguró un oficial que intervino en el caso.

Estas historias son apenas una muestra de lo que sucede a diario en Colombia donde, según Medicina Legal, cada día son reportados 24 casos de agresión por celos y cada cinco días ocurre un asesinato por el mismo motivo. "Los celos son uno de los principales detonantes de las agresiones entre parejas -dice Pedro Franco, director del Instituto de Medicina Legal-. Y lo preocupante es que las cifras pueden ser más altas porque no todos los casos se denuncian y un gran porcentaje se queda dentro de las paredes del hogar".

Las principales víctimas son las mujeres, un hecho que según la antropóloga Myriam Jimeno, autora del libro Crimen pasional, tiene que ver con "las jerarquías de género que implican una relación de dominación y subordinación que desde el punto de vista social es ine-quitativa".

Esto explica el subregistro al que se refiere Franco. Muchas mujeres no denuncian porque temen que al hacerlo se agrave su situación o las deje expuestas a posibles venganzas o a ser abandonadas y así quedar privadas de recursos económicos que afectarían su estabilidad y la de sus hijos. "Prefieren aguantar con sumisión el problema antes que hacerlo público -asegura la psiquiatra María Clara Sánchez-. Y lo peor es que no creen que las leyes las protejan".

El problema no sólo tiene profundas repercusiones sociales, también afecta la economía. Cada año, según estadísticas, se pierden en el país más de 51.914 años de vida saludable (Avisa) por cuenta de la violencia de pareja. El origen "Los celos, esos malditos celos", como dice la canción de Willie Colón, una emoción siempre presente en las relaciones humanas, han servido de materia prima para boleros, valses y tangos, como el de F. Elizondo que dice: "Cuando con otro la veo pasar /Afán de herir y de matar /Y así la cadena desatar. /Celos, celos, maldita y torpe cadena". También para tragedias como Otelo de Shakespeare y hasta para guiones de películas y telenovelas.

Algunos especialistas los consideran como algo innato al ser humano, como una emoción que se manifiesta desde muy temprano, desde cuando el bebé reclama el amor exclusivo de los padres. "El hombre por naturaleza es celoso", asegura el psiquiatra Gustavo Rincón.

No obstante, psicólogos evolutivos como Steven Pinker, autor del libro Cómo trabaja la mente, sostienen que los celos no son emociones primarias -tristeza, alegría, asco, sorpresa, ira y miedo-, sino que son emociones secundarias, las llamadas emociones sociales o estados emotivos que, como la vergüenza, la culpa, la turbación y el orgullo, sólo experimentan especies con una estructura social compleja -algunos primates y sobre todo los seres humanos-. Emociones producto de la evolución que requieren el desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas, de una cierta noción del yo como algo separado de los demás, de una cierta conciencia de sí mismo.

Definidos como un estado emotivo ansioso que experimentan las personas frente a la posibilidad de perder lo que tienen o consideran que tienen o que debieran tener -amor, poder, imagen profesional o social, entre otros-, los celos cumplen una función de protección en las relaciones sociales, pues apuntan a defenderlas frente a otros que pudieran interferirlas. Son sentimientos que no sólo dependen del deseo o necesidad de goce exclusivo de los favores del otro, sino de valores sociales. Según el antropólogo estadounidense Ralph Linton, en sociedades monogámicas el adulterio provoca reacciones celosas porque originan inseguridad -material o afectiva- y afectan el prestigio y el honor. Múltiples estudios demuestran que tanto hombres como mujeres sienten celos, pero que la diferencia está en la forma que reaccionan: ellos tienden a comportamientos agresivos, paranoicos y obsesivos, y ellas suelen presentar conductas histéricas y depresión, incluso con amenazas de suicidio.

Problema de dosis En el amor, los celos en pequeñas dosis son normales y pueden ser útiles porque obligan a las personas a reaccionar y a comprometerse más con la relación. Es habitual sentir alguna preocupación por la posibilidad de perder a la persona amada o porque tenga una relación real o imaginada con alguien más. Por eso, y de acuerdo con la teoría evolutiva, los celos contribuyen a las relaciones monogámicas y fieles en la especie humana.

Sin embargo, cuando producen una baja sensible en la calidad de vida tanto de quien los experimenta como de quien los padece, pueden destruir una relación y hasta terminar en tragedia. Los especialistas coinciden en que los celosos que convierten su vida y la de pareja en una pesadilla tienen dos rasgos distintivos: inseguridad y dependencia afectiva. En general, son de personalidad débil, tienen baja autoestima, experimentan miedos enfermizos, no se imaginan solos, necesitan del otro para vivir y esa necesidad se les hace tan grande que la idea del abandono o de verse sin compañía se les convierte en una pesadilla obsesiva que no los deja vivir tranquilos. Algo que de alguna manera retrata el famoso bolero de María Grever, Júrame, que en uno de sus versos dice: "Tengo celos hasta del pensamiento que pueda recordarte a otra persona más".

Algunos celosos padecen alguna disfunción sexual o presentan adicciones -al tabaco, al alcohol, a las drogas- y por lo general han vivido hechos traumáticos en la niñez y tienen conductas obsesivas, posesivas y paranoicas. Tienen una percepción distorsionada de las cosas y si están convencidos -así no sea cierto- de que su pareja los quiere engañar o los engaña, no habrá manera de demostrarles lo contrario. Todo lo que pasa lo interpretan en forma tal que confirme su idea fija; todo sirve de prueba para poner en evidencia el engaño.

Según el psiquiatra Carlos Pol, en sociedades machistas como la colombiana, los celos se interpretan como demostración de amor. "Quien no cela, no ama -dice el psiquiatra-. Un craso error que con el tiempo deriva en que la persona se cree dueña de su pareja". Por eso, porque sienten que pueden disponer del otro como si se tratara de un objeto que es propiedad privada, los celosos encuentran terreno abonado para la agresión. "Muchos no ven la violencia contra la mujer como un maltrato y está presente la idea de que matar a la mujer infiel es lícito", asegura Carlos Díaz, psicólogo de pareja.

Según Medicina Legal, los hombres celosos reaccionan con más violencia que las mujeres: por cada 10 mujeres agredidas hay un hombre, y en cuanto a homicidios, la proporción es de cuatro mujeres por cada hombre.

Modo, tiempo y lugar Según la antropóloga Helen Fisher, autora del libro ¿Por qué amamos?, la tendencia de los seres humanos es a perseguir e incluso a asesinar a un amante descarriado por factores como inseguridad, ira o temor. "En las especies socialmente monógamas, los machos que están con una hembra tienden a ser extremadamente sensibles ante los intrusos -explica-. Y ese afán posesivo es tan habitual en la naturaleza, que se conoce como vigilancia de la pareja y se refiere a ese gusto por la exclusividad sexual".

La antropóloga Jimeno, por su parte, asegura que los hombres reaccionan en forma violenta porque son más vulnerables a la infidelidad de su pareja, y las mujeres por el temor a ser abandonadas. Y el psicólogo Alberto Granados agrega que la reacción masculina violenta se explica también por la formación machista que los obliga a atacar cuando sienten que su honor está en juego, mientras que en las mujeres es, por lo general, una respuesta al maltrato. "Ellas pueden llegar hasta perdonar una 'canita al aire' de sus hombres siempre y cuando sientan que ellos las apoyan-dice el psicólogo-. Pero ellos castigan la infidelidad con firmeza".

Según Medicina Legal, en domingos y días festivos, las denuncias se duplican y las horas más críticas son entre las 6:00 y las 12:00 p.m. Por otra parte, las agresiones y maltratos ocurren con más frecuencia en las ciudades que en las zonas rurales: de cada 10 casos denunciados, nueve son en la ciudad.

Según las estadísticas del primer semestre de este año, Bogotá ocupa el primer puesto en violencia por celos con 1.352 casos, seguida de Cali con 290 y de Medellín con 225. "Hay más casos en las ciudades porque el país es más urbano y la mujer ha cambiado su rol social -señala el Director de Medicina Legal-. Pero hay hombres que se resisten a aceptar que ellas son ahora más independientes y actúan en consecuencia".

Un combustible: alcohol Hace un año, cuando William Gómez llegó del trabajo encontró que su mujer, con quien había estado casado 12 años, le había dejado una nota en la que le decía que, contrario a lo que él pensaba, nunca le había sido infiel y que lo dejaba porque no soportaba más humillaciones y maltratos. Tres días antes, en una reunión familiar, Gómez la había insultado y la había tratado de prostituta, y de no ser porque un cuñado se interpuso la habría molido a golpes como lo había hecho en otras oportunidades cuando estaba borracho.

El alcohol es uno los factores que potencian los celos e incitan a incurrir en conductas violentas. Según Medicina Legal, el alcohol es el detonante en más del 60% de las agresiones por celos. "La gente toma por todo, porque está alegre o porque está triste -dice Pol-. Es una pandemia y lo que no se dice es que cuando una persona bebe hay mayor excitación, menos inhibiciones y por eso es caldo de cultivo para las agresiones". Esta teoría la comparten, entre muchos otros, el antropólogo Linton, que la sustenta con un estudio hecho en las Islas Marquesas, en la Polinesia francesa, donde la libertad sexual es casi total y sus habitantes sólo manifiestan celos cuando están borrachos. "Cuando su control voluntario y su raciocinio han disminuido, es cuando se producen estas reacciones", asegura Linton.

Ciclo de violencia Las agresiones derivadas de los celos empiezan con pequeños golpes que van aumentando si la persona agredida no reacciona y pone el "tatequieto". Al comienzo de la relación, el celoso muestra su cara amable y civilizada pero cuando siente que está en firme y cree que su pareja le pertenece, ocurren los primeros ataques. Luego viene la solicitud de perdón, la contrición de corazón y el propósito de la enmienda. Pero tras una breve luna de miel, cualquier situación se convierte en otro motivo de celos y la agresión de nuevo se repite.

La historia de Mary refleja este ciclo: "La primera vez me dijo que era una perra y me dio una cachetada, luego me pegó varios puños, otro día fueron patadas, una noche me apagó el cigarrillo en la cara y como a la semana estrenó un martillo en mis piernas. La última vez casi me mata porque me tiró por las escaleras y me fracturó dos costillas y la mandíbula". Según Jimeno, lo grave es que con cada repetición del ciclo "las consecuencias son cada vez más violentas y hasta pueden desencadenar en la muerte".

Para no llegar a estas situaciones o para no embarcarse en relaciones que pueden terminar en el hospital e incluso en la tumba, psicólogos y psiquiatras advierten que es necesario que las personas aprendan a detectar a tiempo algunas señales típicas: el celoso pierde fácilmente el control, no sabe manejar la ira, se muestra violento en discusiones sin trascendencia, es controlador en exceso y en todo momento quiere tener a la pareja a su lado. Cuando no logra la atención total del otro, se vuelve amenazante e intimidador. "El celoso actúa como un remolino, se mantiene girando siempre en sus mismos ciclos -dice Sánchez-. Y si es un celoso patológico, si es víctima de la pasión obsesionante de celos, quien se mete con ese tipo de persona debe pensarlo muy bien porque los celos obsesivos con frecuencia llevan a un desenlace fatal". Ceder a las exigencias de una persona celosa es caer en una espiral sin fin, pues sus obsesiones son



inagotables y cada vez será más intransigente y exigente, más posesiva, más controladora, más paranoica.

Es muy difícil que una relación de pareja sobreviva si uno de sus miembros se siente acosado por ataques de celos. La vida se vuelve imposible. A pesar de lo que sugieren algunas letras de canciones, argumentos literarios y guiones de telenovelas y películas, los celos no siempre son consecuencia de un gran amor, ni indican la profundidad del mismo. En sus extremos, son un estado emocional perturbado que puede destruir la vida de quien los experimenta y de quien los despierta.

Cuando el celoso siente que el sufrimiento es demasiado grande e insoportable, sólo tiene una salida: buscar ayuda profesional. Si no lo hace, podría repetir el tormentoso drama de Otelo, el trágico personaje de Shakespeare que asesinó a su esposa, la bella Desdémona, por un ataque de celos que le ofuscó la razón.

El amor no es apego

el amor no es desesperación,

el amor no es egoista.

El amor es tolerante,

El amor es respeto y consideración.

Luz Elena.

Image of butft2.gif

Canción: CELO

Willie Colón


Celo
Ya ves lo que has hecho

A vuelto mi mundo al revez
Mataste el amor que encontre
Eres la causa del dolor y de mi temor
Ahora estoy solo por culpa de

Celo malditos celo
Me encuentro solo
Sin un consuelo por

Celo maldito celo
Hoy he perdido
Lo que yo mas quiero
Maldito celo

Celo
Quitame este hechizo
Dejame vivir, quiero amar y reir
En el pasado si goce
Y ahora mirame
Ahora estoy solo por culpa de

Celo malditos celo
Hoy he perdido
Lo que yo mas quiero

Celo maldito celo
Me encuentro solo
Sin un consuelo
Maldito celo

Eres la causa del dolor y de mi temor
Ahora estoy solo por culpa de

Celo malditos celo
Hoy he perdido
Lo que yo mas quiero

Celo maldito celo
Me encuentro solo
Sin un consuelo
Maldito celo

Celo maldito celo

Que no me deja dormir
Por las noches

Celo maldito celo

Por que me hace
Sufrir tus reproches

Celo maldito celo

La culpa la tienes tu

Celo maldito celo

Celo maldito celo

Celo, celo

Celo maldito celo

Me encuentro solo
Sin un consuelo

Celo maldito celo

En un tiempo como goce

Celo maldito celo

Quien me ve ahora
Mirame
Maldito celo 

No hay comentarios: